Me hace bien de sólo pensarlo.
Te siento conmigo una vez más.
No te recordaba.
Aquellos momentos que pasabas a mi lado.
Como si hubiéramos sido amigos de toda una vida.
No sabía que migrabas.
Que te gustaba viajar.
Un día, sin previo aviso, lo vi venir.
Tenías las valijas preparadas, emprendías el viaje.
Te alejaste, simplemente te fuiste.
Ni una nota, ni un adiós, nada.
Ese día supe que te iba a buscar, quisieras o no.
Tal vez al principio me quedé con conocidas tuyas.
Tristeza, depresión, amargura, todas ellas.
No eran como vos, simplemente llegué a no soportarlas.
Pero hoy puedo decir que me sirvieron.
Porque esas vacaciones que te diste de mí me hicieron abrir los ojos.
Pensar, reflexionar, darme cuenta de cosas que antes no les prestaba atención.
Y logré ver que ahí estabas, tan cerca, y a la vez tan lejos.
Fue sólo cuestión de buscarte.
De demostrarte que te necesitaba, pero que si no venías la iba a pelear igual.
Que iba a hacerte presente tanto en las pequeñas cosas como en las importantes.
Que te iba a cuidar, no iba a ser tan necio otra vez.
Que la vida es una sola, y junto a vos iba a ser maravillosa.
Aprendí a valorarte.
Por eso te pido perdón.
Y humildemente te agradezco.
Gracias
No hay comentarios:
Publicar un comentario